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El virus, las manos y la cara

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Entre las medidas de prevención para detener la difusión del coronavirus, se recomienda lavarse las manos hasta 20 veces al día; pero no se cumple con esmero si no se entiende cuál es la relación entre la pandemia y el hábito de Poncio Pilatos.

Foto: Mas Vathon – Pexels.com

Una de las ventajas del aislamiento voluntario que sugieren las autoridades sanitarias, es que se puede leer más de lo habitual y en los periódicos se encuentra temas muy interesantes que no están en las carátulas ni en el menú más importante de los medios. Uno de esos artículos explicaba que lavarse las manos tiene el propósito de evitar en ingreso del virus por los ojos, la nariz y la boca que son las puertas de acceso al interior de nuestro cuerpo. Parece una tarea sencilla y eficiente, pero no lo es. Resulta que el hábito de tocarse la cara con las manos es tan arraigado como que lo tenemos desde antes de nacer. Haga usted la prueba y comprobará que apenas le dicen que no se toque la cara, enseguida empezará a sentir comezones.

Las manos y la cara parece que trabajan en equipo porque las expresiones más importantes de una persona se expresan mejor con las manos en la cara. Un dedo en la boca o el mentón apoyado en el dorso de la mano, como el pensador de Rodin, nos hace ver como pensadores; taparse la cara con las manos puede significar vergüenza. Los dedos crispados y los ojos abiertos indica terror y se dice que alguien está triste porque tiene la mano en la pena (la mano en la mejilla). Las figuras de Oswaldo Guayasamín de la serie “mujeres llorando” ilustran bien la capacidad de expresión con las manos y la cara.

El autor del artículo, Andrés Masa, dice que un estudio realizado en la universidad de Gales del Sur ha establecido que nos llevamos las manos a la cara unas 23 veces por hora. Cita algunos autores que establecen una conexión entre las emociones y los diferentes tocamientos de la cara con las manos; son gestos aprendidos para expresar determinados mensajes y se incrementa su frecuencia en situaciones de estrés.

El otro artículo es de Álvaro Vargas Llosa que encuentra un modo muy creativo de mostrar las características de la pandemia que nos amenaza al preguntarse si el virus es, políticamente, de izquierda o de derecha. Como características de derecha del virus señala: nos impone castas distancias entre las personas, nos hace individualistas y misántropos, refuerza la tecnología al obligarnos a comunicación virtual, el virus odia a la migración y cierra fronteras, Quizá el encierro dispare la tasa de natalidad.

Las características de izquierda que señala son: aumenta el poder del Estado sobre los individuos, es igualitarista porque afecta a ricos y pobres por igual, odia la globalización y establece fronteras económicas, el virus impide las marchas menos la marcha feminista (en España), provoca tensiones en las parejas. Así, Álvaro Vargas Llosa establece un empate en las características de derecha y de izquierda que exhibe  la pandemia de coronavirus y concluye diciendo que es ambidextro y hermafrodita.

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