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Colaborar en tiempo de crisis

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Este tiempo de crisis puede ser enfrentado por personajes que tienen amplia experiencia. Los mejores. Ojalá todos los ecuatorianos dotados de alto nivel de conocimiento y experiencia, aceptaran ofrecer su contribución para formar un equipo de manejo de la crisis.

Foto: Gianna Benalcázar – CCQ

Las desgracias nacionales, guerras, terremotos o pandemias, provocan la unidad automática en cualquier país democrático porque la política, concebida como lucha ideológica, pierde sentido y se impone la política como búsqueda del bien común. Lo que es normal en todo el mundo no lo es en nuestro país. Aquí, aunque estemos azotados por una pandemia, los políticos siguen amarrados a sus intereses electorales y todos seguimos atados a nuestros egoísmos.

Cuando un gobierno se ve superado por la crisis, solicita ayuda de los partidos cercanos y hasta de los opositores porque superar el peligro colectivo se convierte en el objetivo primario de todos y es obsceno pretender sacar ventaja del mal común. Sin embargo no hemos podido alcanzar la unidad ni en las condiciones extremas que vivimos. No solo por la conducta criminal de los apestados de la política que han promovido la desestabilización del gobierno y la democracia antes que ayudar a superar los problemas de salud, alimentación y supervivencia económica; también la censurable conducta de otros actores importantes de la política nacional que claramente privilegian sus conveniencias.

En este panorama sombrío, resultan luminosos los casos individuales de servicio desinterasado al país como el del Ministro de Energía que ha decidido aceptar el reto más grande de su carrera al asumir el manejo de la política petrolera en el momento de la crisis más profunda de esta actividad. 

René Ortiz ha sido un profesional exitoso y ha ocupado altos cargos en la política energética y en la representación empresarial. Desde subsecretario y Ministro de Energía hasta Secretario General de la Organización de Países Exportadores de Petróleo. Consultor permanente de los medios de comunicación y colaborador de revistas especializadas, es también conferencista internacional por su conocimiento y experiencia sobresalientes. 

Pero más que exitoso profesional es un caballero, un intelectual y encarnación del modelo moral de hacer las cosas con recta intención. Estaba ya dedicado a hacer el bien en una conocida organización internacional de servicio humanitario y construcción de la paz, cuando ha sido llamado a contribuir con sus conocimientos y experiencia para sacar al país de la crisis más grave que nos haya sobrevenido.

Ojalá todos los ecuatorianos dotados de alto nivel de conocimiento y experiencia, aceptaran ofrecer su contribución para formar un equipo de manejo de la crisis que sea capaz de tomar decisiones sabias y ágiles para evitar una tragedia. Hay que desear también que el gobierno sea capaz de confiar en los mejores y de darles autoridad suficiente para tomar decisiones. Que los cálculos y mezquindades políticas no neutralicen las ideas y las acciones de los que pueden diseñar soluciones viables.

El liderazgo no consiste en mandar sino en la capacidad de inspirar, la lucidez para plantear objetivos, la valentía de ponerse a la vanguardia y la reciedumbre suficiente para generar confianza y optimismo. El mundo entero se encuentra atemorizado por la pandemia y no hay líderes confiables. Los políticos están acoquinados y los científicos perplejos. Los que creíamos líderes mundiales han dado palos de ciego y han provocado decepciones.

Los países más desarrollados, los abanderados de la tecnología y los avances de la civilización, se han encogido, han dado como única respuesta a la crisis el confinamiento de los ciudadanos, el cierre de las fronteras y han reducido el problema mundial a su problema nacional. La solidaridad se ha encogido cuando más necesitábamos de ella porque nadie se salvará individualmente, esta vez, como se ha repetido tanto, nos salvamos todos o perecemos todos. La pandemia puede traer hambre y violencia social si no actuamos solidariamente y con medidas a la altura de las circunstancias.

Los ciudadanos estamos todavía esperando de los gobernantes, de los legisladores, de los científicos que ofrezcan ideas creativas y viables para resolver el problema de todos y estamos esperando también, que nos digan lo que podemos hacer los ciudadanos para actuar unidos, con objetivos comunes y con la solidaridad digna de seres humanos, de los que reciben y de los que dan.

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