Jesús del Gran Poder volvió a las calles
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Cadenas, trajes morados, santos y verónicas. La procesión Jesús del Gran Poder se tomó las calles del Centro Histórico un año más. Ya son 61 años los que lleva esta procesión.
Fotos: Gianna Benalcázar – CCQ
El Jesús del Gran Poder volvió a las calles del Centro Histórico, entre culpas, penas y penitencias. Miles de personas asistieron. Vienen por su Fe. Vienen por una promesa. Muchos llevan sus entre sus manos crucifijos y otros llevan a rastras cadenas en sus pies descalzos.
Lo que hace la Fe…
#SemanaSanta 📌 En este momento sale Jesús del Gran Poder, 61 años han pasado desde la primera vez que se realizó la procesión #JeúsDelGranPoder #Procesión pic.twitter.com/FWP99qFs3R
— Criterios Digital (@CriteriosEc) April 15, 2022
Como si entraran en un transe, en una meditación profunda, cucuruchos y verónicas -entran en personaje y se aprestan a salir de la Iglesia de San Francisco con sus culpas encima, sus penitencias a rastras y sus peticiones listas.
Muchos llevan cadenas que rozan con el pavimento. Poco a poco el sol abriga la mañana en la Plaza donde la música sacra se ha apoderado del lugar. Hombres, mujeres, niños de Quito y de otras provincias y turistas aguardan pacientes hasta que el reloj de las 12:00 para ver -luego de dos años- al Jesús del Gran Poder. Majestuoso, gigante, recorrerá las calles del Centro Histórico.
Una sola imagen de color morado se forma con los cientos de cucuruchos. Hay de todo un poco. Niños, jóvenes, mujeres y hombres adultos. Muchos de ellos llevan el traje completo. Tapan sus rostros, pero sus ojos tiene un brillo. Quizás de esperanza, quizás de culpa, quizás de emoción o- incluso- de dolor.
Un grupo de ellos -los cucuruchos- llevan el torso desnudo dejando al descubierto sus tatuajes, cicatrices y marcas en la piel. No permanecen desapercibidos. Llevan tatuados Cristos, Vírgenes, Cruces e incluso armas…
Las penitencias son distintas. Algunos amarran cactus en sus espaldas. Otros cargan cadenas amarradas en los tobillos o troncos en sus hombros. Y, por supuesto, no faltan las coronas de púas, la caminata con pies descalzos y las flagelaciones.
En filas de tres y pelotones de cientos de cucuruchos empiezan su travesía por las calles. El pavimento hierve por el sol incandescente de Quito. Las bandas entonan la música sacra que anuncia que la procesión ha iniciado. Miles de personas se agolpan en las veredas en espera de ver pasar al Jesús del Gran Poder.
Llegó la hora…
Efectivos de la Policía Nacional no solo resguardan la seguridad de los cientos de feligreses que caminan por las calles siguiendo la Procesión, tuvieron una tarea importante, resguardar a la Virgen de los Dolores y al Jesús del Gran Poder.
Dos estructuras enormes con ruedas cargaban las imágenes de estos dos personajes que -en más de una persona- provocaron lágrimas. La Fe se hizo presente. Pronto apareció, por la puerta principal de la Iglesia de San Francisco, la Virgen de los Dolores. Con un traje negro y cientos de rosas.
Una cuerda genera un cerco alrededor de la figura. Los policías guían la estructura hasta una rampa de madera preparada para poder bajarla a la calle. Mientras otros policías, con una cuerda que rodea toda la figura, controlan la dirección y generan un cerco.
Aplausos, pirotecnia y el vuelo de las palomas acompañan este proceso que inició 15 minutos antes de las 12:00. En unísono empezaron a sonar los rezos en honor a la Virgen. Pétalos de rosas volaban por los cielos en busca de llegar a la estructura. Sus custodias, las verónicas, llevaban trajes blancos con velos morados y rosarios en las manos.
#SemanaSanta 📌 Acompañada de música sacra interpretada por la banda del Ejército Ecuatoriano, sale la Virgen de los Dolores en San Francisco#Procesión #JesúsDelGranPoder pic.twitter.com/eJ8ftenLlB
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Llegó el momento de sacar al Jesús del Gran Poder. Una carroza grande, tallada en madera con rosas rojas, quizás simulando la sangre que derramó Cristo en la Cruz, sale por la puerta principal. El mismo proceso, aunque un tanto más complejo porque esta carroza es más larga por la cruz. Sus paredes transparentes y un techo de plástico traslúcido, permiten ver con claridad al Jesús del Gran Poder. La procesión ha vuelto a las calles de Quito, tras dos años de pandemia. Ya son 61 años que se la realiza. Es una tradición que reúne a varias generaciones, sin importar estatus social, económico. Es una muestra de la Fe Católica. Ríos de gente agolpada en las distintas calles dejaron claro aquello. Sus rezos, sus peticiones, sus lágrimas, sus sonrisas al verlo les daba un halo de esperanza a las personas que asistieron.
Una imagen de dolor. Una imagen que impacta. Un rostro que refleja sufrimiento. Una cruz que lleva a rastras y hace remembranza de aquello que ocurrió, que la historia y la Iglesia cuenta. Jesús del Gran Poder inició, un año más, una procesión que recuerda su muerte. Cómo fue crucificado por los romanos. La crueldad y lo sanguinarios que fueron en aquel entonces. La figura tallada en madera lleva una investidura negra, la corona de espinas y una cruz enorme, negra igual, con las puntas plateadas. Alredor, en las cuatro esquina, estaban faroles y un arreglo de rosas rojas rodeaba al Cristo que recorrió siete kilómetros en total, hasta su retorno a San Francisco.
Entre culpas, penas y penitencias recorrió el Jesús del Gran Poder el Centro Histórico.