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Debate

Capitalismo y cristianismo, en su carácter libertario

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La Iglesia fue el refugio de los aterrorizados de la sovietización comunista. Pese al intento de desaparecerla, sus conceptos siguen vigentes.

“¡Al ataque! ¡Hay que aniquilar y demoler el capitalismo!”, parecería ser el grito contemporáneo de guerra. Por un lado están los ‘resentidos socialistas/comunistas’, que han invernado sus huestes después de la caída del muro de Berlín en 1992 (casi el último bastión del marxismo soviético europeo exportado al mundo desde la revolución Bolchevique de octubre de 1917 del siglo XX pasado). Pero que han renacido.

Por otro lado, están los recién llegados, medio despistados e improvisados con el móvil/celular en la mano, simulando un fusil cibernético para tratar de luchar su propia rebelión, enfrascados en su mundo millennial de la iconografía como la manera sintética de comunicarse con el resto de personas. Las representaciones pictóricas  parecerían un retroceso de unos 5 000 años.

Así, en ambos grupos, parecen estar deslumbrados con los individuos más sanguinarios que cobijó el marxismo, a los que favoreció el alegato histórico de que ‘casi todas las revoluciones devoran a sus hijos’ y que ofuscados, en esos tiempos, les llevó a cantar que la victoria de la revolución comunista en todo el mundo está asegurada y que se aproximaba la fundación de la República Soviética Internacional.

Eso decía Lenin en el I Congreso Internacional Comunista. Lenin, para quien no importaba lo que había hecho el reo para socavar el poder soviético sino el credo, la clase, la educación, la familia de la cual descendía, para ser ejecutado. Stalin, con la proclama del gran cambio. La denuncia del macabro Archipiélago Gulag de Alexander Solzhenitsin es la carga monstruosa de ese pasado soviético. Como dice la historiadora Anne Applebaum en su libro Gulag: historia de los campos de concentración soviéticos: “En los campos Gulag, acababan tanto espías como cristianos creyentes en Jesús”.

No hay registros, pero se dice que eran como 12 millones los asesinados. Imperaba el terror y se ampliaba monstruosamente el Gulag. Así mismo, los ucranianos, que siempre quisieron liberarse del yugo stalinista, sufrieron la furia que Stalin desató sobre Ucrania, cuando Trotsky les apoyó. La política del holodomor (matar de hambre) a ucranianos opositores de la colectivización soviética de sus tierras productivas -léase trabajar para el Estado– se dice debe haber cobrado entre 4 millones y 10 millones de muertos de hambre. Tampoco hay registros. Ellos pensaban distinto.

Mao, el más sanguinario de los ‘monstruos dictadores’ comunistas que con su investidura de barbarie impuso a la fuerza la ideología marxista leninista en el campesinado chino, tiene una cuenta por el genocidio de más de 70 millones de muertos asesinados de hambre. Mandó a erradicar del cielo, con ruido monstruoso, los gorriones que se comían el grano de arroz, sin percatarse que con ese disparate de orden del ruido matarían también a los pájaros insectívoros que se comían los insectos y el año siguiente hubo una plaga que acabó con las cosechas y que mató de hambre a millones de chinos. Era un Régimen de odio (al pasado y su historia); de abuso (o eres comunista o eres), de maldad (mandó a encerrar a su tercera esposa en un manicomio moscovita, de por vida); de desprecio (con las niñas recién nacidas que para los comisarios políticos ‘no servían de nada’).

Pol Pot, el genocida de Camboya (Saloth Sar, nombre original), asesinó a uno de cada tres camboyanos, imponiendo ideas comunistas marxistas, adquiridas de estudiante en París; Fidel Castro, como el cubano más sanguinario de la revolución de enero de 1959, y el Che, son los asesinos que ‘no necesitan razones para matar’. En proporción al tamaño de la isla, los muertos asesinados por oponerse al discurso de Fidel Castro: ‘siempre he sido comunista y soy un marxista leninista hasta el fin de mis días’, es porcentualmente enorme. Todavía no se abren los registros. Pero entre Fidel, el Che Guevara y su hermano Raúl, hacían gala de que ‘la revolución devora a los suyos’ y si hay que ejecutarlos a todos, hay que ejecutarlos, decía el Che. Todos sus amigos revolucionarios desaparecieron, ya que estorbaban a Fidel, con excepción de su hermano Raúl Castro.

Pero hoy enfrentan, los únicos vivos de todos esos sanguinarios dictadores del mundo de las revoluciones marxistas, leninistas, maoístas, castristas, demandas de ‘juicios de crímenes de lesa humanidad’, planteados por ONG y por la misma Organización de Estados Americanos (OEA).

La lucha está lanzada y el objetivo, aun cuando exclusivo y preexistente, el capitalismo, es ahora el cristianismo y todo ese multifacético ecumenismo de valores sembrados en Occidente, Oriente Medio y Asia, en donde los Nuevos Inspiradores Comunistas (NIC) deben ser vistos solamente con su “disfraz de lobo con piel de oveja”, con el fin de soslayar sus maléficos tufillos contemporáneos.

Es así que ahora todo vale. Esa es la expresión que sale de la boca delos NIC en múltiples foros, incluyendo su toma pacífica de la Organización de las Naciones Unidas y su gigantesco engranaje de agencias de todo o casi todo, donde la libertad cobra sus batallas perdidas. La libertad está allí, como un derecho nato e inalienable al amparo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; pero los valores más respetados universalmente están siendo manoseados allí mismo. La familia; el hogar; la descendencia con tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos; la fe religiosa; y el legado natural del amor, por ejemplo, en el matrimonio, libran sus batallas (‘con nuestros hijos no se metan’), para contener a los agresores políticamente correctos que alegan que esos temas (para otros grupos humanos, esos valores), sean manejados/manipulados por el Estado.

Teorizan que esos temas –valores para los otros grupos humanos- son responsabilidad del Estado y sus políticas de educación, ciencia y cultura. Bueno pues, ese solo que dice ser la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, (Unesco, por sus siglas en inglés). 

Sí. Pero ni la libertad ni los valores ni el amor se enseñan, se hacen ciencia o se hacen cultura. Son natos. Nacen con el ser humano y mueren con el ser humano. Sin embargo, a través de este paraguas de la ONU -conjuntamente con otro agregado de agencias estatales de cooperación bilateral y ONG auspiciadas por programas de gobiernos de muchos países desarrollados e inclusive de multimillonarios benefactores priva- dos, quieren dirigir también sus apoyos a esos ‘modernísimos’ temas específicos relacionados con los grupos ‘trans’, como así se hacen llamar, de acuerdo con su repertorio.

En este contexto, es interesante apreciar que tanto la libertad como los valores y el amor son principios cristianos que no pudieron ser derrotados ni en teoría, cuando Engels y Marx soñaban que los ateos y los agnósticos se sumarían por sí y ante sí, para apoyar la lucha comunista. Peor aún, por la fuerza como la quisieron imponer al mundo, los dictadores sanguinarios antes retratados en esta nota, intentando exportar la revolución marxista comunista.

En la lucha también están muchos dirigentes activistas políticos, algunos resentidos e improvisados, unos endebles partidos políticos comunistas, ciertos dirigentes sindicales laborales y numerosos intelectuales académicos para quienes rige la tesis comunista: “Tiene llama y solamente hay que encender el fuego”. El Foro de Sao Paulo nace así, bajo ese paraguas de amargados, y se riega desde su núcleo estructurado por Fidel Castro y Lula Da Silva, y al que se han ido sumando los llegados como Pablo Iglesias, desde España, y Rafael Correa, desde Ecuador.

El argumento central es que el cristianismo es el principal obstáculo en el primer intento de instalar el socialismo/comunista a partir de la revolución bolchevique (del movimiento obrero urbano socialista, liderado por Lenin). Ahora, con el renacimiento de los radicales de la izquierda en las democracias de la Unión Europea, para los socialistas y comunistas, está clarísimo que la “nueva ruta socialista/comunista” no estaría dispuesta a arriesgar, como en los albores de la revolución bolchevique, y se inicia y consolida  aniquilando hasta el mínimo resquicio cristiano, en Europa.

En España, por ejemplo, se ha iniciado el proceso de destrucción del cristianismo asociado con las libertades, el amor, el respeto a los derechos humanos, la democracia y el capitalismo económico liberal con sentido de mercado. La vía legal, apoyada por el Legislativo tiene una meta, para la eliminación y destrucción progresiva de la escolástica simbología cristiana establecida por siglos en Europa y en todo el mundo cristiano a través de templos, iglesias,  conventos, abadías, comunidades religiosas educadoras, escuelas, colegios y universidades y la herencia de los valores más intrínsecos del ser humano como la familia, la paternidad natural y la tradición de la estirpe entroncada de tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Y, poco a poco, se va posesionando en la cotidianidad y no será muy lejano el día en que se instituya de nuevo y obligatoriamente el socialismo/comunista y, esta vez, con la ‘bandera triunfalista’ de la prohibición institucionalizada. Serán modernas y contemporáneas las restricciones de las libertades asociadas a los derechos humanos, las libertades en general y la familia, pero muy parecidas –sino exactas– por ejemplo, al brutal y sangriento stalinismo ruso. ¿Son o no, ahora, parecidos los regímenes tiránicos, autoritarios, despóticos y sangrientos de los Castro y el Che Guevara en Cuba, del Chávez y el Maduro en Venezuela, de los Ortegas en Nicaragua?

Entonces, están todavía muy vigentes unas frases furibundas de Karl Marx en la cabeza los “nuevos diablos” del socialismo/comunista que se han tomado la vía democrática electorera, para cobijarse de un manto ovejuno, que decía: “Deseo vengarme de aquel que gobierno en las alturas…” y la otra que decía: “La idea de Dios es la clave de una civilización pervertida que debe ser destruida”. Por eso, los comunistas tienen que tomarse las escuelas. Es desde allí donde tiene que recomenzar la descomposición de esta sociedad judeo-cristiana que ha dominado el mundo. Es que el refugio de los aterrorizados de la sovietización comunista, siempre fueron las iglesias.

Pero la libertad, que es un principio inspirado en la cristiandad, asociada al sistema capitalista, se manifiesta y batalla en las calles, plazas y en los medios defendiéndose cada día y cada instante de la arremetida persistente de los contemporizadores y acomodadizos que ensalzan y elogian, por ejemplo, el llamado “capitalismo/comunista de China”. Ellos ignoran el desprecio del Régimen chino por los derechos humanos. También, ellos no comprenden que China es un Estado autoritario de un solo partido político y no hay elecciones libres. No toman en cuenta que solo es el Partido Comunista Chino el que elige -cada cinco años– las nuevas autoridades gubernativas de China. Se desconocen las restricciones sobre la reforma electoral para elecciones libres en Hong-Kong (un Estado dentro de unEstado) y los llamados de atención internacionales para suspender las reglas represivas en regiones étnicas minoritarias de Xinjiang y el Tíbet.

Pero hasta en ciertas partes en Occidente, parecería que doblegarse es ‘políticamente correcto’. Este año 2018, en Trier, Alemania, el pueblo natal de Karl Marx, se manifiesta un regocijo enalteciendo a un gigantesco monumento a Marx donado por China, el filósofo comunista de escritorio que jamás pisó una fábrica. ¡Libertarios! Así ellos, los NIC, llaman a muchos de los que todavía creen en el capitalismo. ¡Qué ironía!

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