Agua, y oro también…
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El debate sobre la minería se agudiza en el Ecuador. Muchas veces la óptica emotiva supera a la técnica, y genera distorsiones frente a la minería. Lea algunas puntualizaciones.

La Corte Constitucional ha recibido una nueva consulta sobre minería. Se trata de un reiterado intento de ampliar el artículo 407 de la Constitución y de los resultados de las última Consulta Popular, sin Constituyente ni nueva Consulta. La respuesta está en la misma Constitución pero para llover sobre mojado se desea añadir “en la provincia del Azuay”. Como si los preceptos constitucionales pudieran ser particulares de cada provincia.
Como se puede entrever en las palabras del coordinador de Pachacutik, Marlon Santi, el argumento es político, “el agua vale más que el oro”. Como si fuera posible una confrontación entre los beneficios de los bienes naturales. Se busca respaldo emotivo de la población que prefiere valorar desde la óptica de las emociones y no desde la técnica de la que nadie habla. Pero aún en esa óptica es difícil comparar agua con oro. Además, todas las materias primas y productos pueden coexistir como respondió el pueblo peruano a los activistas diciendo: “agua, y… oro también”. Debe reconocerse que esta respuesta presupone conocimientos básicos de que la técnica bien puede solventar los problemas de caudales y pureza de las aguas.

Evitar el ángulo técnico permite enmascarar u ocultar intenciones e información tanto técnica como política. La fraseología legal buscaría ligar a la minería con la contaminación y, sutilmente, sugerir incompatibilidad con intereses agrícolas campesinos que significan votos, más valiosos que el oro.
La contaminación no es exclusiva de un sector sino de todo ser humano que al nacer trae consigo una demanda de minerales, metales y combustibles, para la búsqueda del ‘buen vivir’, al que hace mención el Art. 74 de la Constitución. Los estudios indican que, con ineludibles impactos ambientales, cada persona requerirá durante su existencia alrededor de tres millones de libras de minerales, metales y combustibles (incluyendo el oro).
El agua es uno de los elementos más preciados para el ser humano. La minería va a la vanguardia de los sectores industriales en protección y descubrimiento de alternativas para su uso y conservación. Basta apreciar los avances de la minería chilena que en pleno desierto lidera procesos de uso y desalinización de agua de mar, reduciendo el uso del agua continental y optimizando el reciclaje. En los próximos 10 años el agua marina ascenderá al 42% del total de agua requerida por la industria del cobre. El reciclaje ha llegado al 74%.
La legítima preocupación por la conservación del agua en Ecuador, parece reducirse a la minería, soslayando a los sectores de mayor consumo, como el agropecuario (80%), el doméstico (13%) y el 7% del sector industrial. El consumo de la minería es menos del 2%. Obviamente hay un desenfoque.
Ojalá sea posible fomentar las actividades productivas responsables de todos los sectores que contribuyen al bienestar humano integral y no nos concentremos en destruir las posibilidades del imprescindible desarrollo nacional.