El supuesto ‘paquetazo’ y una disculpa anticipada del Vicepresidente encendieron el ánimo en los últimos días. Estas son las claves para analizar, desde lo político, el curso de las acciones y reacciones que se suscitarán las próximas semanas en el país.
Foto: Freddy Constante – Flickr Presidencia de la República
Disculpa que catapulta la incertidumbre y la acción política. Esta vez el gobierno habla en serio, el Vicepresidente salió a pedir una suerte de disculpas adelantadas. Que habrán medidas ya no es un rumor, esta semana las conoceremos. Algunos dicen que será lunes, otros aseguran que no todo está del todo trabajado, de manera, que lo probable es que el paquete sea remitido el jueves. Las reglas de la política y la comunicación pública suelen advertir, fuertemente, sobre generar climas de nerviosismo anticipados. Si la intención final no es la de ahondar la incertidumbre popular, entonces a quedarse callados y hablar sobre lo hecho. Todo lo demás es generar condiciones para la germinación de rumores de toda índole.
Parece que está peor de lo que pensamos… Y, claro, si Sonnenholzner, además, se pone emotivo y su rostro se compunge, lo que dice, sin decirlo en palabras ni con planes concretos, es que la cosa se viene grave. La advertencia gubernamental es, por lo menos, inoportuna, que se viene el paquetazo se sabía, pero las disculpas vienen como bomba molotov al ánimo. Esa entrevista fue echar gasolina a una reguera de estallidos de reclamos ya pensados por las agremiaciones de trabajadores, empresarios, indígenas, jóvenes y otros. Después de las disculpas adelantadas, las acciones de base deben haber duplicado su agresividad y estarán pensando en adelantar acciones.
A mayor el rumor, mayor el miedo, más honda la crisis política. Las redes, este fin de semana, se llenaron de apelaciones a la acción, desde las más básicas, hasta las más trabajadas. Desde las que incitan a las amas de casa a salir a los supermercados y centros comerciales a comprar todo lo que van a necesitar en los próximos meses debido a que todo subirá con el aumento del IVA; hasta las que analizan los entretelones de las reformas fiscales. Mientras las familias azuzan para llenar despensas y ‘tanquear a full’ el carro, las organizaciones de trabajadores marcan reuniones de emergencia para repensar las acciones de presión porque se rumora se eliminará la seguridad social para trabajadores eventuales y o de medio tiempo, así como la jubilación patronal.
Al ritmo de Fonsi: despacito. Mientras tanto, entre la élite económica de la región, los comentarios son más bien críticos y poco cercanos a la gravedad presentada en el rostro de Sonnenholzner. Para los expertos de la economía macro, las reformas de Lenín vienen a ritmo de Luis Fonsi: despacito. Será que en breve llega el jalón de orejas de, Anne Krueger, la ex subdirectora Gerente del FMI quien hace la siguiente reflexión a los argentinos prestos a ir a las urnas. «Argentina es ese hombre que gasta y regula excesivamente de manera crónica hasta que se ve obligado a ir al Fondo Monetario Internacional para una nueva ronda de tratamiento», y advierte que «los candidatos deben comprometerse a reformas serias, o el médico puede decidir desconectarlo”. Y Krueger fue más allá: «El presidente de Argentina, Mauricio Macri, sabía que había heredado una economía enferma cuando asumió en 2015, pero falló en tomar su medicina. Como resultado, el país ahora no tiene más remedio que enfrentar un período de doloroso ajuste estructural».
Pintar al diablo en la pared. Lo complicado del asunto es que habiendo pintado al diablo en la pared (con las disculpas y el aviso adelantado sin esquemas de frenar el rumor) aunque el ritmo sea al estilo Fonsi, no habrá quién lo entienda así. 48 horas para enmarcar las percepciones de la gente ante el sólo estímulo del lenguaje no verbal del Vicepresidente podría ser demasiado tiempo. Si las medidas no son tan fuertes, las asociaciones de base tendrán que salir de todas maneras porque habrán insuflado a sus bases varios de los miedos agrandados. Por el otro lado, los empresarios y los economistas encontrarán que el tema va demasiado suave, lento y nada ha tocado el fondo estructural y, por lo mismo, mirarán de reojo al gobierno.
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